González-Ruano ha pasado a la historia de la literatura española como un autor maldito. De Ruano no se valora tanto su obra literaria y periodística como su fama de personaje amoral y falto de escrúpulos. Ruano cultivó en su juventud una imagen de dandi irredento, una imagen de enfant terrible que lo acompañó durante su vida y que, además, lo hizo cercano a las posturas de los escritores fascistas, a la manera de un D´Annunzio o de un Ezra Pound. Fue conocido, así, su apoyo a las dictaduras europeas fascistas de los años 30 y no tardó en convertirse en uno de los escritores oficiales del Régimen franquista. Este perfil de canalla se intensificó en 2014 después de la publicación del ensayo El marqués y la esvástica, en el que Rosa Sala Rose y Plàcid García-Planas intentan demostrar la leyenda asociada a Ruano según la cual, en el París ocupado de la II Guerra Mundial, este se encargó de facilitar visados falsos a los refugiados judíos que huían del nazismo, de tal manera que recibía una suculenta cifra económica —muchas veces en forma de joyas y objetos de lujo que no dudaba en ostentar— a cambio de estafarlos. La publicación de este ensayo, que no obstante no termina de demostrar la leyenda, terminó de ensombrecer la figura de Ruano, hasta el punto de que uno de los premios más prestigiosos del periodismo en España, el Premio González-Ruano de Periodismo, patrocinado por Mapfre, fue cancelado inmediatamente. Pese a todo lo anterior, y el interés que puede tener respecto de su obra autobiográfica, aquí se ha omitido el acercamiento biográfico. Por un lado, el diario muestra un González-Ruano muy diferente, próximo a la parte final de su vida e interesado, sobre todo, en los menesteres literarios de la escena cultural de la época; por otro, el enfoque de este trabajo es teórico-literario, de tal manera que solo resulta de utilidad la faceta literaria y periodística de Ruano, que es la única sometida a análisis.